Les entrego a mis lectores dos poemas de un libro que preparo. Espero les gusten.
CITY IN JAZZ
A Nacho
Por las noches caen estrellas
Sobre los lomos de los gatos, y los hieren.
Los transeúntes se abrazan con espanto a los faroles
Para no ser derribados
Por el viento.
En los hoteles entran y salen unas mujeres
Cuyos trajes vibran
Con el jazz melancólico de una vieja trompeta.
La ciudad tiene uñas curvas como costillas
Y huesos
Y muros con esquirlas de vidrio y gente triste.
Cada noche,
Los viejos rebuscan en el cielo, pero no encuentran nada;
Sólo gatos,
Unos gatos oscuros con el lomo mordido
Por las estrellas,
Y se duermen cantando con los ojos vacíos
El jazz de los ausentes que se oye en la trompeta.
RESPONDO A ERNESTO, MI HIJO, QUIEN ME PREGUNTA
POR QUÉ HAY TANTOS PÁJAROS EN MIS POEMAS
Los vi volar por vez primera en el umbral de una puerta
Desde el corral de mi casa.
Yo no tenía ojos todavía,
Sólo dos bultos nonatos en mi cara.
Pero los vi volar, los presentía
Mojándose en el agua, haciendo bulla
Sobre el espejo de arena de la playa.
Desde entonces, habitan mi memoria,
Mi lengua, mis papeles, mi cintura.
Y no se quieren ir. Me han vuelto un olmo,
Un peñasco en el mar, un horizonte
Limpio de todo barro. Soy, por ellos,
Un cielo interminable
Yo que vine
Simplemente a la tierra a ser un hombre.
A Nacho
Por las noches caen estrellas
Sobre los lomos de los gatos, y los hieren.
Los transeúntes se abrazan con espanto a los faroles
Para no ser derribados
Por el viento.
En los hoteles entran y salen unas mujeres
Cuyos trajes vibran
Con el jazz melancólico de una vieja trompeta.
La ciudad tiene uñas curvas como costillas
Y huesos
Y muros con esquirlas de vidrio y gente triste.
Cada noche,
Los viejos rebuscan en el cielo, pero no encuentran nada;
Sólo gatos,
Unos gatos oscuros con el lomo mordido
Por las estrellas,
Y se duermen cantando con los ojos vacíos
El jazz de los ausentes que se oye en la trompeta.
RESPONDO A ERNESTO, MI HIJO, QUIEN ME PREGUNTA
POR QUÉ HAY TANTOS PÁJAROS EN MIS POEMAS
Los vi volar por vez primera en el umbral de una puerta
Desde el corral de mi casa.
Yo no tenía ojos todavía,
Sólo dos bultos nonatos en mi cara.
Pero los vi volar, los presentía
Mojándose en el agua, haciendo bulla
Sobre el espejo de arena de la playa.
Desde entonces, habitan mi memoria,
Mi lengua, mis papeles, mi cintura.
Y no se quieren ir. Me han vuelto un olmo,
Un peñasco en el mar, un horizonte
Limpio de todo barro. Soy, por ellos,
Un cielo interminable
Yo que vine
Simplemente a la tierra a ser un hombre.
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Dibujo de Carlos Sampayo
5 comentarios:
Me saco el sombrero que no llevo pero que me gustaría llevar.
Arrullador, poeta.
Un abrazo.
Gracias por la dedicatoria y también por el jazz de esa trompeta.
Nacho
Saca ese quijote...los dos quijotes mejor.
Nacho
No veo publicaciones desde el 2008..te diste un respiro en tus escritos...??
estos poemas me encantaron ...
Cuidate..besi
Ese de la ilustración no es X en el Chasca???
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