viernes, 30 de noviembre de 2007

CÉSAR VALLEJO NO HA MUERTO


(Artículo publicado en el diario CORREO de Piura el miércoles 11 de mayo de 1977 como respuesta al texto homómino del profesor español Ramón de Dolarea, publicado en el Diario El TIEMPO el 23 de abril de 1977)

Publico en mi blog este viejo artículo para que se sepa las diferentes batallas que, desde tiempo atrás, hemos librado los vallejistas en defensa de la vida, la obra y el pensamiento de nuestro ilustre poeta. La insidia antivallejo empezó cuando él aún vivía y, sobre todo, cuando se hizo militante comunista (1928-1930). El profesor Dolarea, a quien no conocí personalmente, llegó a Piura en los años setenta como docente de la Universidad Privada de Piura, prístino bastión de la santa mafia llamada Opus Dei, a la que ahora pertenecen el cura Cipriani y el casto Rafael Rey. La lucha, ciertamente, continuará.



La mayoría de escritos publicados como homenaje en el mes de la muerte de nuestro insigne vate César Vallejo, buscan sustancialmente un objetivo común: convertirlo en un místico “frustrado”. El error parte de un apreciable desconocimiento tanto de la vida como de la obra del poeta. Todos sabemos que con Los heraldos negros, Vallejo se inicia como epígono parcial del modernismo, escuela literaria instituida por Herrera y Reissig y Rubén Darío, de quienes absorbió el singular simbolismo y el gesto irreverente. De ahí proviene su primera imprecación literaria contra dios y esas primeras interrogantes que, saliéndose de los parámetros formales de su época, lo sitúan como un poeta de “protesta metafísica” (Hay golpes en la vida, tan fuertes…yo no sé. /Golpes como del odio de dios…)

1. El político

Es demasiado pronto para deducir de esta primera etapa que Vallejo padece “los altibajos del misticismo a la blasefemia”, como afirma el profesor Dolarea, pues todos sabemos que una vez convertido en residente parisino, César Vallejo se muestra muy preocupado por su actitud política y su quehacer literario. Si recurrimos a fuentes fidedignas, como es el caso de su propia esposa (Vallejo: allá ellos, allá ellos, allá ellos) nos percataremos de que la vida de nuestro poeta en París era un constante anhelo por comprender su época, por reflejar en su literatura la lucha de clases, por conocer e intervenir en la ascendente labor político-cultural del proletariado peruano. Prueba de ello son sus artículos para la revista “Mundial”, su correspondencia con José Carlos Mariátegui, sus colaboraciones en “Amauta”, su franca ruptura con el APRA, su viaje a Rusia y los libros que escribió sobre el naciente socialismo ruso, su conversión al marxismo-leninismo, su expulsión de Francia y su activa participación en la Guerra Civil Española (1936-1939). Dejamos de mencionar los libros España, aparta de mí este cáliz y Poemas humanos por tratarse de libros con una orientación política definida, obviamente marxista.

2. Místico del socialismo

De ninguna manera Vallejo es, como quiere el profesor Dolarea, un Rasputín que vive “entre la blasfemia y el misticismo”. Debemos comprender que Vallejo fue un político militante, un combatiente del proletariado, un poeta que lejos de proclamar el “vox populi, vox dei” afirmaba: “toda voz genial viene del pueblo y va hacia él”. Tratar de “descubrir” al Vallejo místico no es precisamente un error porque Vallejo fue un místico del socialismo. Lo que constituye un equívoco (y por lo general una mala intención) es querer convertir a Vallejo en un fraile que escribía versos o en un hedonista cuya angustia esencial era “o dios o el ateísmo”. La historia no debe falsear la realidad.



3. Las rupturas consentidas

Dice el “doctor” Dolarea que “la falta de formación” (¡!) de Vallejo es la que lo lleva, junto con la duda, a esas “rupturas consentidas con dios”. Esto sí que es una grave injusticia. El hecho de que Vallejo haya discrepado con el idealismo cristiano (el lector puede percatarse de ello leyendo Rusia en 1931) no significa en modo alguno que el poeta haya carecido de formación. ¿De dónde ha sacado el profesor Dolarea que cristianismo es sinónimo de “buena formación” y que las otras religiones o creencias lo son de “mala formación”? Afirmar esto es retroceder al oscurantismo medieval de los inquisidores y de la leña verde.

4. Mestizaje y religión

Otro de los errores conceptuales del profesor Dolarea lo comete cuando afirma que la poesía de Vallejo, por ser mestiza, “es en consecuencia religiosa”. La conquista española no significó nunca un triunfo absoluto de la monarquía ibérica ni de sus vicarios en tierras americanas. Por el contrario, la dominación española siempre fue combatida, desde Atahualpa hasta hoy, a través de lo que se conoce como el proyecto indígena de liberación nacional. La religión católica, por su lado, lejos de arraigar en su forma ortodoxa en las grandes mayorías peruanas, ha quedado convertida, debido al sincretismo, en una yuxtaposición de paganismo y ritualismo, a través de la cual el pueblo peruano rememora y defiende sus antiguas creencias. Es absurdo, pues plantear que el mestizaje biológico de Vallejo deba significar que su literatura es, por eso, “naturalmente” católica. Las menciones de Vallejo a dios en su poesía no lo convierten en católico. No olvidemos que descendía de curas y que pertenecía a una familia rural donde las expresiones cristianas (si dios quiere, dios se lo pague, sólo dios sabe, que dios te bendiga, etc, etc) son frecuentes y no implican necesariamente la adhesión filosófica a una corriente religiosa.

5. Vallejo trágico

En el Perú, se ha hecho de Vallejo una leyenda trágica. Hasta en su iconografía se procura plasmar en sus rasgos la desesperación, la soledad, la angustia irreductible, lo cual no corresponde a la verdad. Vallejo no añoraba el Perú, como sostiene el profesor Dolarea, “por sus montañas, el verdor de sus valles estrechos y la limpidez de su cielo azul”. Vallejo deseaba retornar al Perú para intervenir directamente en las incipientes luchas del proletariado peruano. Montañas, valles verdes y cielos azules hay de sobra en Europa y Vallejo pudo haberlos recorrido (y de hecho lo hizo) sin necesidad de someterse a “angustias existenciales”.

6. El hijo pródigo

El profesor Dolarea llama a Vallejo “el hijo pródigo que ha evadido sus propias responsabilidades”. Como respuesta a ello, básteme decir que Vallejo murió pronunciando el sagrado nombre de España, pero no el de la España franquista, monárquica y reaccionaria, sino el de la España popular, la de los republicanos y las Brigadas Internacionales. Y esa España fue una de las mayores responsabilidades de su tiempo. Él no sólo asumió la suya sino que llamó a todos los literatos de su tiempo a defender la causa de la República Española, precisamente en una intervención que denominó “La responsabilidad del escritor” durante el II Congreso de Escritores Antifascistas realizado en Madrid en julio de 1937. Allí Vallejo, entre otras cosas, dijo: “Jesús decía: ‘mi reino no es de este mundo’. Creo que ha llegado el momento en que la conciencia del escritor revolucionario puede concretarse en una fórmula que reemplace a esta fórmula, diciendo: ‘Mi reino es de este mundo, pero también del otro’”. Irresponsables fueron, y siguen siendo, los que con su adhesión alentaron la derrota del ejército popular republicano, permitiendo que Adolfo Hitler, con las puertas abiertas y sin trabas, sometiera a casi toda Europa a sus planes genocidas, racistas e imperialistas..

7. El talento truncado

Por último, el “doctor” Dolarea afirma que “ las causas del talento truncado de Vallejo son dos: su ateísmo, que imperaba en Europa, y las caídas recurrentes del poeta en la pasión y el desenfreno”. Dos barbaridades del tamaño de una catedral.

En primer lugar, es necesario aclarar que muchos famosos talentos han sido y son ateos o agnósticos, y no por eso son “talentos truncados”. Mencionemos a algunos: Voltaire, Fuerbach, Karl Marx, Neil Bohrs, Bertrand Rusell y un largo etcétera. El axioma del profesor Dolarea: “ateísmo es igual a talento frustrado” no tiene ni pies ni cabeza.

Segundo y último: ¿De dónde saca el profesor Dolarea al Vallejo “desenfrenado” y “pasional”? Sólo el odio a todo lo que huela a marxismo, que el Opus Dei les inculca a sus turiferarios, hace que se escriban sandeces como ésta.

3 comentarios:

CÉSAR CASTILLO GARCÍA dijo...

yeah!

Eduardo dijo...

Es ocurrente el descrédito a los grandes poetas. Quien hace descrédito a otro busca, acéptelo o no, el sentirse superior a éste. Y así, intentar menoscabar a grandes como Vallejo mientras se celebra los casi 100 años de la aparición de su primer escrito o se recuerda los 70 años de su muerte, es semejante a quien incurre ‘gravemente’ en un parque de diversiones para probar su fuerza (pues, después de tanto tiempo, ¿Qué sentido, qué seriedad tiene?), sosteniendo en las manos un mazo astillado (su propio ego) dejándolo caer con fuerza destructiva sobre la catapulta (o el poeta) para hacer subir la pesita, dando un golpe de fama a la campanilla. Sucede que si se ha de comentar a quien fue grande o pequeño, primero se ha de tener grandeza, sabiduría, pues se ha de mirar con dirección al pasado, por sobre nuestro propio tiempo, en busca del sentido de aquella alma ganada o perdida –pues así agrado a otros- que habito esta tierra como un mundo diferente, precedente al nuestro, primero que nosotros.

Según creo, hoy la gente se sostiene día a día y cada vez más en el reflejo dado por el espejo, lastimosamente, pues ¿podría acaso, en los momentos de dificultad un reflejo sostenerle?, claramente no, (Aunque, para ser franco, dadas las circunstancias, frecuentemente ayuda, pues la demanda del contexto así lo insita; la utopía seria hacer de occidente un lugar donde lo exterior fuera un pelo de la cola comparado con lo interior, claro está; no obstante, cuantos son los que ahora pueden decir: yo cultivo mi vida interior; lo cruel es que hoy la imagen prevalece, y en cultivar estos campos se invierten los recursos sin mayores cuestionamientos) claramente el materialismo a truncado la mentalidad de gran parte de los TEOricos y teóricos presentes; y así, en vista y corta vista de tan ególatras seres, incapaces de despojarse un tanto de sus prejuicios para poder acaso apreciar al otro en su todo, no se puede sino esperar documentos falaces y sandeces carentes de sabiduría como la del Dr Dolarea.

*Tenia entendido que Voltaire era cristiano. Lo supe cuando leí su tratado sobre la tolerancia en donde se incluye en un: (...) !Somos nosotros los cristianos los que hemos sido perseguidores, verdugos, asesinos! Y ¿de quienes? De nuestros propios hermanos.

*En la frase anterior la palabra ‘cristiano’ puede ser remplazada por la palabra ‘poeta’.

*Al leer lo que acabo de escribir me di cuenta de que he hecho descredito del Dr. Dolarea sin conocerle, pido mis disculpas correspondientes.

Eduardo, 21 años. Chile.

Luis Solís dijo...

Primero, saludarlo calurosamente y felicitarlo por ser un escritor de talento por demás envidiable. Segundo, en cuanto a su texto sobre la obra del Dr. Dolarea, dejando de lado las ironias y comentarios que no aportan nada, comparto en gran medida las afirmaciones y críticas que usted realiza y que, seguramente, se han mantenido luego de tantos años.
Creo que, en líneas generales, la obra de Dolarea tiene algún crédito, pues nos centra la mirada en un aspecto que tiene varias vértices. Sin embargo, adolece de una adecuada metodología cuyo lado flaco comienza desde la misma concepción de la literatura mística, especialmente la española. En la obra vallejiana sí se traslucen elementos de la mística española, pero creo que "las utiliza", más que "sienta". Lo mismo podemos encontrar en poetas como José Hierro, Blas de Otero y nuestro querido Eielson de "Noche oscura del cuerpo".
Un saludo caluroso de un piurano