miércoles, 25 de julio de 2007

¿ES TRUJILLO UNA CIUDAD LITERARIA?


Amigos, la que sigue fue mi participación en la Primera Feria del Libro de Trujillo. La publico mucho tiempo después porque considero que sus presupuestos siguen vigentes. Espero sus comentarios. (AA)



Quiero en primer lugar confesarles, muy cordialmente, que los títulos de la mayoría de las conferencias y mesas redondas de esta Primera Feria del Libro de Trujillo, eluden los problemas más sustanciales del proceso cultural de una región tan vasta y significativa como La Libertad. Ojalá que en las futuras versiones de esta Feria, sus organizadores tengan en cuenta esta pequeña observación y logren superarla. Al público, estoy seguro, le hubiera gustado asistir a conferencias o mesas redondas donde se exponga o debata por ejemplo problemas como la ley del libro, las relaciones entre literatura y sociedad trujillana, el rol de la Universidad en el desarrollo y promoción de una cultura regional o tal vez sobre las relaciones entre el periodismo y los artistas de esta ciudad. Es una pena que esta Feria haya puesto su mira más bien en temas neutros, adjetivos y subsidiarios. Debo aclarar sin embargo, que muchos de los distinguidos invitados han sabido capear este temporal inventando inteligentes y entretenidas participaciones. No sé si la mía pueda ser inteligente y entretenida, pero ante lo desconcertante de la pregunta, ¿es trujillo una ciudad literaria?, trataré también de inventar algo para justificar mi presencia en esta noche.

Haciendo un pequeño esfuerzo no resulta descabellado retomar un asunto antiguo y nuevo a la vez: el problema del centralismo y su relación con las otras regiones del país. Este viejo problema continúa vigente hasta hoy, pues “las aspiraciones regionalistas no constituyen un programa concreto” (Mariátegui), no se han propuesto la creación de espacios democráticos y reivindicativos de lo popular. Se sigue manipulando el tema desde posiciones conservadoras y aristocráticas, ligadas más bien a los grupos de poder capitalinos. Mientras los empresarios, los políticos de oficio y los intelectuales y promotores de la región no piensen y actúen en cómo romper definitivamente las trabas, sobre todo económicas y políticas, con el centralismo limeño, vamos a demorar también por mucho más tiempo eso que Adriana Doig ha puesto en la presentación de este tríptico: lograr...“una mejor comprensión de nuestra época y de la responsabilidad por el espacio vital que compartimos”. Comentábamos hace un par de noches con un grupo de amigos que la realización de una Feria del Libro DE Trujillo (no EN trujillo) sería técnicamente imposible, pues la ciudad, como las otras del interior del país, no tiene editoriales y cuenta probablemente sólo con unos cien metros cuadrados de librería, lo cual es una miseria por decir lo menos. No podemos, y no vamos a poder por mucho tiempo, desligarnos todavía de Lima para dar realce a nuestras actividades, en todo orden de cosas. Necesitamos superar una enorme cantidad de dificultades, necesitamos que los promotores culturales con capacidad de convocatoria y logística trabajen sostenidamente en la creación y promoción de espacios propios, que los empresarios apuesten por los hombres y mujeres que constituyen la reserva de artistas y creadores de esta región, que los poetas y narradores que trabajen a dedicación exclusiva, con la pasión orgiástica que demanda la hechura de una obra literaria seria y no a salto de mata, dejándose avasallar por la frustración y el desencanto.

Como se sabe, este no es un fenómeno privativo entre Trujillo y Lima. Ocurre en todas las otras regiones del interior del país. Si yo les preguntara a muchos de ustedes quién es, en el mundo de las letras nacionales, Samuel Cardich, Germán Lecquerica, Virginia Roca, Stanley Vega, Gabriel Garay, Manuel Baquerizo, Angel Avendaño o Luis Nieto Degregori, me responderían seguramente que se trata de ilustres desconocidos. Y con toda razón. Son ilustres desconocidos porque no escriben o actúan desde la capital, ese centro nervioso donde se cocinan los prestigios literarios y se reparten las buenas famas entre los presentes. Hace poco mi buen amigo Ricardo Gonzáles Vigil ha publicado en dos tomos su Antología de la Poesía Peruana del siglo XX, que en realidad debió llamarse Antología de la Poesía Limeña del siglo XX, pues el 60 % de los antologados son limeños de nacimiento y el 39 % provincianos radicados en Lima. De los diez poetas de La libertad, solamente Santiago Aguilar y Lizardo Cruzado, si no me equivoco, viven en Trujillo.

Trujillo ha tenido un momento cumbre en la vida literaria del país, allá por el año de l914, con el surgimiento del grupo Norte, cuyo mayor gonfalonero fue el poeta universal César Vallejo. Pero ha tenido también un momento terrible cuyos negativos influjos se perciben hasta hoy en los diferentes campos de la actividad humana de esta ciudad, me refiero a la frustrada revolución aprista de 1932, a partir de la cual se construyó paulatinamente una cúpula partidaria intolerante, soterradamente antidemocrática y antipopular, y que en alianza con lo menos rescatable de nuestra burguesía nacional, impide hoy mismo el avance económico, político, social y cultural de esta región. Por eso en esta Feria está presente, no podía dejar de estarlo, el Instituto Víctor Raúl Haya de la Torre, pero no el Instituto de Estudios Vallejianos, y en todo caso se nos debe una explicación de su no presencia en esta cita cultural. César Vallejo, me da pena decirlo, es una espina demasiado grande para los malos trujillanos. Nunca le perdonarán su militancia marxista, su abierta ruptura con el APRA, su fe en un Perú liberado del oprobio; su lucidez, su poesía raigal y su prosa valiente y esclarecedora. Nunca le perdonarán su pertinaz memoria y su vigencia y, como ha recordado Eduardo Gonzáles Viaña en un excelente artículo periodístico, si a Vallejo se le ocurriera corporizarse hoy, mañana estaría preso en la cárcel del Milagro porque aquí, en su tierra, sigue vigente una orden de captura contra él. Las furias del neoliberalismo caen inclementes sobre su nombre todos los días. Hace apenas unas semanas, en un dominical de La República, un periodista de cuyo nombre no quiero acordarme, escribió una larga crónica para calificar a Vallejo de estafador, proxeneta y ocioso. Ningún escritor peruano ni trujillano ha salido en su defensa. En octubre del año pasado, la Municipalidad de Trujillo auspició a un conferenciante cuyo malabarismo consistía en demostrar lo inútil de la poesía de Vallejo, que el poeta había tenido un hijo con una amante de su padre y que la palabra TRILCE provenía de unos poemas inéditos que obraban en su poder, todo lo cual resultó por cierto una retahíla de adefesios y supercherías. El diario La Industria, en su página cultural, precedió esta conferencia con unos avisos algo extraños donde se sugería a un César Vallejo homosexual. Yo escribí indignado un artículo, lo llevé a la Industria, y como era previsible no salió. Cada vez que se pronuncia aquí en Trujillo el nombre de Vallejo, es sólo para tratar de mancharlo, adulterarlo, mutilarlo, destruirlo. En esta Feria, a fin de remediar en algo tan triste situación, debió ponerse en alto y con unción el nombre de Vallejo, o bien presidirla con el famoso retrato a mano alzada de Picasso, pero esto, como ustedes ven, tampoco ha sido posible. Le seguimos pegando con un palo y duro, muy duro. Así como Florencia desterró a Dante Alligheri, Trujillo ha desterrado también a su más grande y noble poeta, ojalá no para siempre. Aquí nada rememora debidamente a Vallejo. Recuerdo haber visto alguna vez, no sé en qué parte, pues no soy trujillano, un busto del poeta, cagado por los pájaros y abandonado a su suerte, como un símbolo más bien del vituperio.

No olvidemos que el grupo NORTE, conformado por jóvenes brillantes como Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre, Oscar Imaña, y el propio Víctor Raúl Haya de la Torre, a quienes se unirían posteriormente Juan Espejo Asturrizaga y Ciro Alegría, no era como algunos ingenuamente creen un grupo de jóvenes apristas. El APRA es posterior, se funda en Méjico el año 24 y en el Perú mucho más tarde, en septiembre de l931. El grupo Norte es valioso más bien porque capta magistralmente los renovadores influjos del socialismo internacional de su época expresados en la revolución rusa, las secuelas de la revolución mejicana de l9l0 y más tarde la conquista obrera de las ocho horas de trabajo y la Reforma universitaria de Córdoba. Capta también, como una poderosa antena, las nuevas corrientes artísticas y reconoce en el indigenismo una vigorosa corriente de expresión nacional. Los dos más grandes escritores de este grupo, Vallejo y Ciro Alegría, rompieron con el APRA y reconocieron en el socialismo el único destino posible para la humanidad.

Después del Grupo Norte, Trujillo guarda un prolongado receso literario, en cuanto a figuras representativas se refiere. Imagínense ustedes si el APRA, asumiendo un rol genuinamente revolucionario, hubiese continuado la obra cultural de Mariátegui, cuán enorme hubiera sido el protagonismo intelectual y artístico de esta ciudad a partir de l932, teniendo en cuenta el heroísmo mostrado por el pueblo trujillano. Ocurrió sin embargo lo contrario. Apenas encontramos allá por los años 40, abandonada en una Lima friolenta y hosca, la triste figura de un gran poeta liberteño, Luis Valle Goycochea, el autor de Las Canciones de Rinono y Papagil, que son un dechado de ternura, de belleza y humanidad. Por esa misma época insurge, no en Trujillo sino en Lima, y más tarde en el extranjero, donde hizo un prolongado autoexilio, el gran novelista Ciro Alegría, pero aquí en la misma ciudad de Trujillo, son años prácticamente infecundos: ninguna gran figura, ningún nombre importante para continuar el magisterio dejado por los jóvenes intelectuales y poetas del Grupo Norte. De los pocos que hubo, ninguno tiene el poderío de un José María Arguedas ni la fuerza expresiva de un Martín Adán y por lo tanto pasan inadvertidos. Les faltó el sustento de una ideología impulsora tanto como plantearse retos mayores en la creación artística.

Otro momento importante de las letras Trujillanas se lo debemos al poeta Marco Antonio Corcuera y al grupo que en los años 60 lideró con el nombre de Cuadernos Trimestrales de Poesía. Este grupo se consolida con la producción del Concurso POETA JOVEN DEL PERÚ, cuyos primeros ganadores fueron Javier Heraud y César Calvo. La muerte de Heraud como guerrillero en un río de Madre de Dios confirió a este premio una aureola mítica que con los años se ha ido deteriorando. La revolución cubana y la radicalización de los intelectuales y escritores de América encontró un eco importante en Marco Antonio Corcuera, Wilfredo Torres Ortega y Horacio Alva, entre otros. Después, es posible hallar nombres valiosos, pero sólo de escritores trujillanos afincados en Lima: Leoncio Bueno, Alejandro Romualdo, Arturo Corcuera y ahora nuestro querido Pepe Watanabe, todos ellos curiosamente de filiación marxista. En la misma ciudad de Trujillo, sin embargo, hace ya más de ochenta años no vive ningún escritor de importancia nacional. Este es un reto para ustedes los trujillanos, un fenómeno que necesitamos explicar, con mucha sinceridad, como haciendo una catarsis, para poder encontrar los derroteros de su solución.

4 comentarios:

L. M. Armas dijo...

Contundente poeta. Pero en la foto hubieras editado al pelado imprensentable que sale ahi.

Javier Alarcón dijo...

Buena Alberto, cuidado nomás con los grandes bovinos...

L. M. Armas dijo...

La foto que acompaña este post, y la admiración por Vargas Llosa que compartimos, es una muestra de que usted, mi estimado poeta, es más liberal que yo... Tarde o temprano se dará cuenta, lo sé por su inteligencia... Un abrazo.

Emilio Rubio Diaz dijo...

Vamos mi querido Alberto, es usted de los que hablan claro, pero creo que por lo limitado del espacio, se han quedado sueltos algunos cabos conceptuales, que la pregunta del titulo (Es Trujillo una ciudad literaria?)implica. Hay ciudades literarias?
A que se llama ciudad literaria? Como es una ciudad literaria? Responder esas preguntas era necesario para meternos al problema. Porque lo mencionado en tu articulo, es una "cronica" (digamos) de escritores,y no una respuesta -fundamentada-, a la pregunta que lo origina. Comparto tu opinion respecto del papel del APRA que, intolerante y bufalero, reprimen todo lo que sea revolucion, o aclare de la verdad, como que no aceptan que su lider fue cabro,(como si eso fuera pecado),o que han ingresado a la historia como el peor gobierno que ha tenido el Peru... y paro de mencionar porque me faltaria espacio, entonces, con un organismo asi, que controla las tribunas, los espacios de expresion desde poder, es poco lo que se puede hacer, para ganar espacios dignos donde poder difundir pensamientos, (toda forma de arte es expresion del pensamiento),por la represion fisica y economica a la que hay que enfrentar. Siempre pense que el hecho de ser Trujillo cuna de Haya, es un estigma que soportamos todos los trujillanos. Eso de ser "cuna del aprismo", nos ha condenado como un carma, a tener que soportarlos ya tantas decadas. Apesar de eso,algo se ha cuajado en la ciudad en el desarrollo cultural, porque existe produccion literaria, pictorica,teatral y cientifica, en un nivel que aun no han alcanzado otras provincias. Es sintomatico el numero de tiendas donde se venden libros (las llama ferias), en otras ciudades no hay en tal numero. Que la estructura social del pais se base en el centralismo, hace que lo mas destacado de las provincias vean a la capital como el lugar ideal para alcanzar fama y superacion. Es como que las provincias donan sangre (intelecto), para que viva la capital. El problema viene cuando los provincianos se despersonalizan y creen que hay que dejar de ser provinciano o negar las raices, para adoptar las poses-o el acento- de capitalino. Por eso no me trago el cuento que Romualdo es un poeta trujillano. Que haya nacido en Trujillo es otra cosa. Usted, mi querido Alberto, no me dira que es un poeta piurano, que los hay, y tambien trujillanos. Vargas Llosa sera un escritor arequipano o peruano? Sigamos, el hecho mismo que en esta ciudad se haya planteado la pregunta del titulo dice ya de la ciudad. Alguien preguntaria lo mismo el Chiclayo? en Jaen? en Chimbote o Huancayo? A usted mi amigo, se le ocurriria plantearse esa pregunta en Tumbes o Iquitos? Pero como de toda pregunta nace otra, yo le preguntaria... Queremos o es necesario, que Trujillo sea una ciudad literaria? Para que? yo prefiero que sea una ciudad donde poder vivir, limpia y sin ruidos, sin ninos que pidan limosna y sin taxistas asaltantes, donde leer en paz los libros que publican mis amigos y los que no los son o ya estan muertos, porque estoy convencido que el arte no se produce para la mayoria. Es mas, yo no quiero ser la mayoria, como no lo son ninguno de los que compran libros, menos los que los escriben. Cuando ando por las calles de mi ciudad y me encuentro con amigos que me hablan de las cosas que piensan publicar o me ensegnan sus machotes, me alegro, porque yo ando en lo mismo y no me pongo a pensar (creo que mis amigos tampoco), que si vivo o no en una ciudad literaria. Vale su preocupacion mi buen amigo, ya volveremos sobre el tema pero habladamente, cuando nos encontremos, por ahora pongo punto, que esta maquina, no tiene acento. Ya lo habeis notado, estoy seguro.